jueves, 7 de enero de 2016

Ismael Sosa: sin alcohol y sin drogas. La responsabilidad de la policía cordobesa.

Por Candelaria Hernandez Villarreal*

A poco de que se cumpla un año de la muerte de Ismael Sosa, se conoció el resultado del examen toxicológico de su cuerpo. En la foto al pie, se ve que el examen dio negativo tanto por alcohol como por drogas, sobre los restos del pibe que apareció flotando en el Embalse Río Tercero de Córdoba en enero del 2015, después de un recital de La Renga al que había ido -o había tenido la intención de ir- con su novia y amigos.

Ayer, la mamá de Ismael, Nancy Sosa, difundió por redes sociales estos resultados, denunciando una vez más la responsabilidad policial en la desaparición y posterior muerte de su hijo. En reiteradas oportunidades, la fuerza cordobesa de Río Tercero intentó instalar la idea de que el joven de 23 años se había ahogado –luego de estar desaparecido 5 días en una provincia que no conocía-; que estaba alcoholizado o drogado; que había enfrentado a la policía en el ingreso al recital; que se había negado a pasar el cacheo habitual en el aeródromo donde se realizaba la presentación de La Renga. Así se lo hicieron saber a Facundo Sosa, hermano de Ismael, cuando viajó a buscarlo y cuando quiso denunciar la desaparición. También a Nancy, cuando la morgue cordobesa tardó 6 meses en entregarle el cuerpo de su hijo. Una vez más, cuando la misma policía –señalada por la familia Sosa como principal responsable- presentó "testigos" que afirmaron haber visto al joven borracho o drogado, "como perdido".

Como es habitual cuando se trata de desapariciones de pibes jóvenes, que no responden a ciertos estereotipos de juventud, el posicionamiento mediático contribuyó a generar una imagen sesgada de Ismael, que se amparó sólo en las versiones policiales. En este sentido, la cobertura que se hizo de la desaparición fue recién un día antes de que aparezca muerto –ya llevaba 4 días sin dar señales de vida- y con titulares que rezaban que Ismael se había “ahogado”, acompañados por fotos de él con envases de cerveza.

En este caso, no sólo la justicia cordobesa no investigó a la policía como pedía la familia, sino que también los medios acompañaron las versiones de la fuerza, poniendo en duda “lo que Ismael había hecho”. Una suerte de “algo habrá hecho” aggiornado a la policía local, conocida por su fuerza y descarga contra los sectores populares y la juventud. Ningún medio de comunicación hizo mención de los testigos que dijeron haber visto como la policía le pegaba a Ismael y lo subía a un camión de gendarmería.

Entonces, ¿quiénes son estos testigos que dijeron haberlo visto borracho o drogado, "como perdido"? ¿Qué responsabilidad le cabe a la policía de Río Tercero, encargada de la seguridad del recital y la zona? Como añadidura, ¿qué rastros presentaba el cuerpo de Ismael? Porque a la familia no se lo dejaron ver ni fue entregado el resultado completo de la autopsia, mientras que el fiscal de la causa sólo tardó un día en decir que el cuerpo no presentaba ningún tipo de rastros traumáticos o de golpes.

Como denunció Nancy Sosa, este tardío resultado evidencia más que nunca la complicidad policial cuando se trata de casos de violencia contra pibes, de clases populares y que no responden a los parámetros que la fuerza intenta establecer sobre ellos. A veces porque no roban para la fuerza, otras porque son contestatarios, otras por portación de cara, otras porque no les gusta su actitud.

Esta vez, otra vez, la cordobesa no colaboró con el esclarecimiento del caso, el tratamiento hacia la familia de Ismael fue hostil y sesgado por tratarse de gente del conurbano bonaerense. Además, se ocultaron pruebas y hasta el mismo cuerpo del chico estuvo "secuestrado" en la morgue. Y ayer, también, cuando Nancy comenzó a difundir la foto del examen de sustancias, cuando denunció por enésima vez que a su hijo lo mató la "maldita policía", ningún medio provincial o nacional, ningún portal digital, se hizo eco de estas manifestaciones. La complicidad, entonces, no es sólo de una fuerza de seguridad viciada de violencia contra los pibes y pibas; el ocultamiento y el nulo tratamiento mediático también responde a ella y vuelve a generar violencia contra Ismael y toda su familia.

Basta de violencia policial contra los más jóvenes.
Basta de castigar a los pibes de barrios populares.

NI UN PIBE MENOS
JUSTICIA PARA ISMAEL SOSA


* Integrante del Observatorio de Violencia Institucional y estudiante de Cs. de la Comunicación (UBA)

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